Decantadores, ¿elementos decorativos o aliados para saborear un vino?

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Queremos hablaros de las increíbles cualidades de un recipiente mágico que hará que tus comidas aumenten exponencialmente su sabor y su elegancia: el decantador.

En esta vida, la forma de presentarse ante el mundo puede marcar la diferencia. Con esta sentencia podríamos estar refiriéndonos a las personas pero, en este caso, nuestra mente piensa en vino. Un comensal que se precie siempre afirmará rotundamente que no es lo mismo servir el brebaje directamente desde la botella que hacerlo usando un decantador.

Ahora que acaba de aparecer la palabra mágica es momento de explicar lo que es un decantador y desplegar el amplio abanico de sus posibilidades. Estamos hablando de un recipiente, generalmente hecho de cristal y con forma de botella, que suele tener una boca estrecha y un amplio cuerpo. La silueta no es fruto de la casualidad: su diámetro, más ancho que el de una copa, permite que una mayor cantidad de vino se oxigene.

La importancia de la oxigenación

Por lo tanto, el decantador nos ayuda a oxigenar el brebaje, pero ¿para qué queremos hacer esto? Sencillamente, porque el vino no es un simple líquido de mesa que encontramos perfectamente envasado y depositamos en nuestra copa. Necesita abrirse a nosotros, descubrir su esencia. La oxigenación permite que, gracias al continuo contacto con el aire, en un corto espacio de tiempo el vino evolucione y exprese todos esos matices y aromas que suelen esconderse detrás de sabores a barrica, a humedad, a cerrado…

Los pasos a seguir para oxigenar un vino a través del decantador son los siguientes:

1)     Elegir el decantador adecuado: según el tamaño de la botella nos decidiremos por uno u otro tipo. Hay que buscar que el vino llegue hasta la superficie más ancha para que este se expanda y logremos así un mayor contacto con el oxígeno.

2)     Con cierta antelación a la comida o cena verter el contenido de la botella en el decantador con sumo cuidado.

3)     Eliminar los posos de vino que aparecen en algunos tipos de caldos.

4)     Colocar en la mesa e ir sirviéndose a gusto de cada uno: a medida que avance la comida se notarán los diversos cambios aromáticos que se producen gracias a la oxigenación.

5)     Intentar siempre acabar el contenido ya que su conservación hará que después no esté tan bueno.

6)     Lavar el decantador solo con agua caliente, sin jabón, para no interferir en usos posteriores y aclarar bien, para que no persistan restos que puedan enturbiar nuestra próxima cita con un buen vino.

Una ayuda contra los posos

Como habéis leído, este instrumento tan útil también nos ayuda no solo a servir o a oxigenar, si no que también puede ser un gran aliado a la hora eliminar los posos del vino. Vaya por delante y en primer lugar, que no los posos que acompañan a algunos caldos son perjudiciales. Muy al contrario, en ocasiones constituyen una señal de que el vino está experimentando un desarrollo excelente. Eliminarlos de nuestro brebaje responde a razones de presentación y para que estos no interfieran en la experiencia en boca.

Este proceso no se debe hacer a la ligera, debemos dejar que el vino se derrame pausadamente por las cristalinas paredes de nuestro decantador. ¿Por qué pausadamente? Fácil, porque gracias a esta calma podremos distinguir los posos claramente cuando atraviesen el cuello del recipiente. Ese es el momento en el que debemos detenernos y retirarlos. Es recomendable llevar a cabo esta acción valiéndonos de una fuente de luz que nos permita ver de forma más clara a nuestro objetivo.

Con todo, lo que no podemos obviar es que la elección de un decantador u otro también viene marcada, en muchas ocasiones, por una decisión estética. El diseño tiene, en este elemento, mucho que decir y aporta incluso datos sobre la personalidad de quien prepara la mesa. Formas, tamaños, adornos externos, curvaturas, hasta la tonalidad del vidrio, pueden apuntar a un anfitrión clásico, moderno, ecléctico, amante de las líneas sencillas o de los ribetes, ostentoso o sobrio. Seguramente habrá en el mercado un decantador que se ajuste a nuestros gustos y que nos permita, además gozar convenientemente de los placeres de un buen caldo preparándolo para nuestro paladar antes de llegar a la copa.

El decantador ha pasado de ser considerado, años atrás, como un elemento puramente decorativo y superficial a ser distinguido como una figura esencial si lo que se desea es marcar las diferencias. Por lo tanto, si estás deseando que llegue la hora de la comida o de la cena para disfrutar de un Ponte da Boga, no olvides que todavía estás a tiempo de decantarlo y hacer que gane enteros.