El enoturismo, otra manera de viajar que aúna cultura, gastronomía e historia

Realizar un viaje a una isla paradisíaca con playas de arena fina blanca y aguas cristalinas es una opción válida para encontrar el descanso que tanto ansían muchas mentes estresadas. Situarse en una hamaca bajo un cocotero con daiquiri en mano, crema bronceadora y un buen libro es típico de este tipo de turismo lowcost. Sin embargo, existe otro tipo de turismo que, además de producir un relajante gozo corporal, seduce por su oferta cultural, gastronómica e histórica, el enoturismo. Una pasión para los amantes del vino enfocado a los espacios agrícolas de producción vinícola.

El enoturismo ofrece a sus consumidores la posibilidad de conocer la historia de la región productora de vino, sus gentes y un infinito abanico cultural.

Es enriquecedor conocer la envoltura etnográfica de un vino concreto. Es como descorchar una botella de denominación de origen: degustar, oler y ver sus texturas. En este caso, conocer los paisajes que rodean los viñedos, las personas que viven en su entorno y las tradiciones que esconden estos rincones. Bucear en los secretos de la elaboración del vino, en el trabajo llevado a cabo en sus viñedos y en la dificultad de la cata.

Por toda esta amalgama de matices, como los del vino, el enoturismo se ha convertido en toda una epopeya para las personas que disfrutan de las variantes de la uva. Que mejor forma de conocer un buen vino que acostarse sobre la tierra que lo amamanta, charlar con las gentes que trabajan sus vides o empaparse de la historia de una región concreta.

A Ribeira Sacra, destino perfecto para el enoturismo

Un buen destino para el enoturismo es el viajar a la Ribeira Sacra, el lugar en el que se asientan las vides de nuestros vinos Ponte da Boga. Esta zona gallega alberga numerosos bancales en  las escarpadas y soleadas laderas de 19 ayuntamientos, en las ribeiras de los ríos Miño, Sil y sus afluentes, en el sur de la provincia de Lugo y en el norte de Ourense.

Monasterios, templos y bosques ancestrales guardan los secretos de este tipo de vino  elaborado desde hace más de 2.000 años. Allí los viajeros no sólo podrán degustar diversos tipos de vino sacro, sino que tendrán la posibilidad de conocer los templos de los monjes que se iniciaron en el cultivo de la vid.

Es más placentero degustar un vino en su lugar de origen puesto que muchos de los matices de su región geográfica son transmitidos en su propio cuerpo. Olores, texturas y sabor son propiedades genéticas que están ligadas irremediablemente a sus bancales.

Este tipo de viajes de vocación vitícola han aumentado en los últimos tiempos puesto que son muchas las ventajas culturales para los consumidores. No se trata sólo de saborear las diferentes tipologías de uvas. La intención es conocer los viñedos, el proceso de elaboración, su envejecimiento en bodegas o su conservación.

¿Cuál es la mejor época para hacer enoturismo?

No existe una época concreta para sumarse al enoturismo puesto que se puede llevar a cabo durante todo el año. Hay que recordar que los vinos maduran desde su creación, y pasan por diferentes etapas.

Las bodegas están preparadas para recibir a los visitantes durante las cuatro estaciones. Aunque a muchos amantes de la vid les gustará disfrutar de la recogida de la uva, la vendimia. En ese caso el final de la época estival y el inicio otoñal, será una oportunidad para  contemplar en la estampa de las enormes sacas de uvas recolectadas, trasportadas por las laderas, con enormes esfuerzos físicos por parte de los cosecheros. La viticultura heroica es un espectáculo en sí misma.

Incluso, con suerte, los visitantes podrán echar una mano y participar en el proceso de recolección de la uva. No hay mejor forma de entender esta tradición, aunque requiere de una buena forma física y no es apta para los que padecen dolor de espalda…