La estrecha relación del vino y el arte

Cuesta encontrar época o religión en la que el vino no haya tomado parte en algún momento como elemento protagonista. En la mitología griega y romana existía un Dios del vino (Dionisios y Baco) y la Biblia recoge como uno de los primeros milagros llevados a cabo por Jesús el de convertir en vino seis tinas de agua en las bodas de Caná. Esta importancia de nuestro amado caldo a lo largo del tiempo ha servido como inspiración a muchas generaciones de artistas que en sus obras han intentado reflejar la relación del vino con la sociedad del momento.

En nuestro país existe una gran colección de obras en las que el vino o los viñedos son uno de los elementos del mapa pictórico, bien sea como protagonistas generando un contexto o complementado al resto de figuras. Gran parte de estas obras se encuentran en el Museo del Prado y, por si todavía no lo has hecho, vamos a intentar acercarte las cinco más relevantes o en las que el vino posee una mayor fuerza contextual. Son las siguientes:

  • El triunfo de Baco o los Borrachos:

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Obra de Diego de Silva y Velázquez, comúnmente conocido como ‘Velázquez’. Es la primera obra mitológica del autor y posiblemente una de las más famosas. En ella retrata al dios Baco (Dionisios en la cultura griega) llevando el vino a los hombres con el objetivo de hacer que estos olvidasen sus problemas del día a día aunque fuese temporalmente. De ahí la expresión de felicidad en los rostros de los protagonistas.

  • La bacanal de los Andrios:

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Cuadro pintado por el italiano Tiziano que data de 1526. El protagonista vuelve a ser el dios del vino (Baco o Dionisio) pero esta vez el contexto se sitúa en la isla de Andros. La localización lo es todo en esta obra ya que las leyendas contaban que en este lugar los ríos no viajaban cargados de agua si no de vino. La consecuencia: el estado de embriaguez de los andrios.

En el cuadro se puede ver a algunas personas echando vino en una copa, bebiendo, cargando jarras y, sobre todo, disfrutando del estado de inconsciencia y felicidad que provoca el caldo.

  • El rey bebe:

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El autor es el belga David Teniers y la obra data de 1660. En ella se representa una de las tradiciones flamencas de la época durante la fiesta de la Epifanía. En un interior de una taberna se muestran personajes ataviados con ropajes de campesino reunidos en torno a una mesa.

La tradición consiste en coronar a un rey entre los asistentes y las reglas se basan en la fortuna. Aquel que encuentre el haba dentro de un pastel (algo parecido a nuestra tradición del roscón de reyes) será el afortunado rey de la celebración y tendrá que echar un largo trago de vino mientras sus acompañantes entonan “el rey bebe”.

  • La vendimia o el otoño:

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Este cuadro fue pintado por Francisco Goya en 1786 y su objetivo es representar el otoño, conocida como la estación del Dios Baco (o Dionisios). Se especula que el paisaje que representa el autor maño es la Sierra de Gredos y en este se recrea el proceso de vendimia, una actividad típica del otoño.

Aquí un caballero ofrece un racimo de uvas a una dama mientras un niño intenta cogerlas pero no alcanza a tocarlas. Al fondo, unos campesinos se afanan en sus labores de vendimia.

  • La última cena:

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El famoso Leonardo da Vinci reflejó pictóricamente en 1497 la última ocasión en la que Jesús se reunió con sus doce apóstoles en torno a una mesa para compartir el pan y el vino que tanta relevancia tienen en la religión católica. Esta obra es considerada como una de las más importantes de la historia y en ella el vino es uno de los protagonistas.

Y tú ¿quieres sentirte como un Dios o como un rey? Ya sabes, lo más sencillo es que te sirvas una buena copa de Ponte da Boga y esperes a que a alguien se le ocurra retratarte.