Trucos para parecer un buen catador de vinos

¿Cuántas veces durante una reunión has querido ser esa persona que degusta la primera copa para dar el visto bueno al vino? No importa el ámbito en el que te encuentres: una cena de negocios, un viaje con amigos, incluso una comida rutinaria en casa con la familia. Seguro que en muchas ocasiones te habría gustado saber catar un buen vino para, además de lo anterior, degustar y apreciar cada uno de los matices de esta maravillosa bebida obtenida de la uva. Por eso desde Ponte da Boga queremos enseñaros a parecer unos buenos catadores de vino y, por ende, a ser algo entendidos e iniciarse en el mundo del catador.

Por norma general, se cree que la cata de vinos está reservada en exclusiva para expertos y especialistas que se dedican a ello, pero cualquiera podría acercarse y entender todas aquellas sensaciones que esta bebida despierta en nuestros sentidos, siempre y cuando se asimilen las siguientes indicaciones:

  • En primer lugar, antes de proceder, hay que tener en cuenta lo siguiente:
    • Óptima iluminación y buena ventilación.
    • No ir condicionado por olores externos.
    • Proceder con cada vino en una copa diferente.

Superado este trámite, comienza el viaje a través de nuestros sentidos, el cual se divide en tres fases:

  • Fase visual
    • Se descorcha la botella y se sirve un poco de vino. Se inclina la copa formando un ángulo de 45° y sobre un fondo blanco para que se pueda observar desde arriba, a través del líquido. En esta fase se detectan posibles defectos que tenga el vino y se evalúa, principalmente, los siguientes aspectos:
      • Nitidez: aporta información sobre cualquier defecto que pueda tener el vino.
      • Intensidad: viene marcada por la cantidad de color que tiene el vino.
      • Color: es independiente de la intensidad y en función de la clase de vino abarca diferentes gamas y tonalidades.
      • Lágrimas: son esas gotitas que quedan en la superficie de la copa y están ligadas a la concentración de alcohol, a su graduación. Si las lágrimas caen lentamente al mover la copa, la densidad es alta y, por lo tanto, su graduación es mayor.
      • Efervescencia: se refiere al proceso de desprendimiento de dióxido de carbono, es decir, a las burbujas.

  • Fase olfativa
    • Se acerca la copa a la nariz para descifrar los aromas primarios, aquellos que proceden de la uva, de naturaleza frutal o vegetal.
    • Se agita la copa ligeramente para que el vino entre en contacto con el oxígeno y desprenda los llamados aromas secundarios, aquellos que se originan en la fermentación.
    • Se sigue agitando -esta vez con más energía- para dar paso a los aromas terciarios, aquellos conocidos como bouquet. Se clasifican en diferentes familias (vegetal, animal, torrefactos, frutos secos, etc…).
  • Fase degustativa
    • El vino llega a la boca. A través de la lengua se trata de apreciar los cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo.
    • Se determina la textura, que puede ser definida como de seda, terciopelo o satén; así como el tacto, apreciando la suavidad o untuosidad como factores positivos, o astringencia y rugosidad como negativos.
    • Llegados a este punto, después de tragar o escupir el vino se expulsa el aire por la nariz. Así, todo el conjunto de sensaciones mencionadas anteriormente se quedan en la boca. Es lo que se conoce como fase retronasal.

Por último, llega la reflexión final, la conclusión, la sensación que deja el vino. En ocasiones puede no tener un final muy definido. En un vino de una calidad básica, esos sabores agradables suelen desaparecer en unos segundos –de final corto-, mientras que en un vino de gran calidad esos sabores pueden permanecer más de un minuto -de final largo-.

En definitiva, entender de vinos no es algo que esté solo al alcance de grandes sumilleres, ya que con estos sencillos trucos cualquiera puede salir adelante en una cena repleta de entendidos.