Vino y literatura, ¿maridaje eterno?

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¿A quién no le apetece tomarse una copa de vino mientras lee tranquilamente su libro de cabecera? La literatura y el vino encajan con una perfección asombrosa. Nuestro amado caldo no solo funciona como acompañamiento de las letras, sino que también lo hace como fuente de inspiración e, incluso, adquiriendo protagonismo en la tinta.

Han sido cientos, o miles, los autores que han demostrado un gusto especial por el vino (tanto fuera como dentro de sus obras). En este texto queremos seleccionar algunos extractos de grandes creadores de historias que han utilizado el vino para maridar el contexto de sus obras. Un camino que nos traerá tanto a Neruda o Espronceda como Hemingway o Shakespeare.

Venga, sírvete un Ponte da Boga que ya empezamos.

  • Pablo Neruda y su ‘Oda al vino’

Muchos consideran esta creación del poeta chileno (de nombre real Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto) como una de las obras más bellas que se han creado en torno al vino y su cultura.

Neruda escribió este poema en el año 1953 tras regresar a Chile de su exilio en Italia. Pertenece al libro ‘Odas elementales’, una obra en la que el autor da protagonismo a las cosas pequeñas y cotidianas de nuestra vida. Estos son unos fragmentos de ‘Oda al vino’:

VINO color de día,

vino color de noche,

vino con pies de púrpura

o sangre de topacio,

vino,

estrellado hijo

de la tierra […]

 

[…] Amo sobre una mesa,

cuando se habla,

la luz de una botella

de inteligente vino.

Que lo beban,

que recuerden en cada

gota de oro

o copa de topacio

o cuchara de púrpura

que trabajó el otoño

hasta llenar de vino las vasijas

y aprenda el hombre oscuro,

en el ceremonial de su negocio,

a recordar la tierra y sus deberes,

a propagar el cántico del fruto.

Puedes acceder al poema completo en este enlace: http://www.neruda.uchile.cl/obra/obraodaselementales10.html

  • ‘A Jarifa, en una orgía’ de José Espronceda

A Espronceda (Almendralejo, 25 de marzo de 1808) se le considera como el poeta romántico español por excelencia. En ‘A Jarifa, en una orgía’ el autor se centra en el placer, en varias de sus vertientes.

Seleccionamos las partes en las que habla del vino como inhibidor de problemas y generador de placer:

¿Qué la virtud, la pureza?

¿qué la verdad y el cariño?

Mentida ilusión de niño,

que halagó mi juventud.

Dadme vino: en él se ahoguen

mis recuerdos; aturdida

sin sentir huya la vida;

paz me traiga el ataúd. [..]

 

[…]Me alegra oír al uno

pedir a voces vino,

mientras que su vecino

se cae en un rincón;

y que otros ya borrachos,

en trino desusado,

cantan al dios vendado

impúdica canción.[…]

  • ‘Enrique VI’ de William Shakespeare

En esta obra de teatro escrita por el conocidísimo Shakespeare (abril de 1564, Stratford-upon-Avon, Reino Unido) el vino y sus efectos están presentes a lo largo de todo el texto generando sentimientos diferentes: el vino como fuente de alegría, como elemento curativo o como motivo para perder la memoria, entre otros significados.

Para hablar del caldo el autor utiliza palabras diferentes a lo largo de la obra: wine, sack, sherry o canaries. En la definición que el propio Shakespeare da de sack queda claro que estamos hablando de un vino español, posible predecesor del Jerez. Uno de los personajes de ‘Enrique VI’, Falstaff, habla así del sack:

Un buen sack contiene en sí un doble efecto. Primero sube al cerebro; allí se encarga de secar todo lo estúpido, aburrido y grumoso que hay en el entorno. Lo vuelve aprehensivo, ágil, sagaz, lleno de exaltada astucia y exquisitas formas. Luego, esto, trasladado a la voz, a la lengua, que es el nacimiento, se convierte en un excelente humor.

Esta lista sería inacabable ya que la pasión de la literatura por el vino y viceversa es muy intensa. Pero, ciertamente, no solo la literatura siente pasión por caldos tan exquisitos como los que tenemos en Ponte da Boga, ¿quién no lo haría? Y es que, como dijo Ernest Hemingway “El vino es la cosa más civilizada del mundo”.